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5 estrategias para que vuelva a enamorarse de mí Capítulo 70


Capítulo 70

i¿Fantasma seductor?! Desnudar a dos hombres, ¡vaya escena! ¿Qué demonios estaba pasando?

Los pensamientos de Soraya casi deja a Cristián tendido en el suelo fulminado por un rayo. Mientras que el chofer y el guardaespaldas retrocedieron varios pasos, aterrorizados. Dios mío, ¿qué habían escuchado? ¿Que el jefe sería poseído por un espíritu seductor y luego desnudado junto a su secretario? ¡Madre mía, qué situación tan picante!

El jefe tenía dos secretarios, uno hombre y otra mujer. Si la voz interior de la señora mencionaba al secretario masculino entrando, entonces… ¿Quién dominaba a quién?

Cristián tomó aire profundamente, quedarse o irse, ninguna opción parecía buena. Pero al final, fue el chofer quien, astutamente, le dio la salida perfecta: “Jefe, estuviste toda la noche en el hospital cuidando de la señora, ni siquiera se ha cambiado de ropa, ¿quieres regresar a casa a cambiarse antes de ir al trabajo?“.

Cristián fingió revisar su traje impecable: “Todavía hay tiempo, mejor vuelvo a casa a cambiarme antes de ir al trabajo“.

Al escuchar eso, Soraya no pudo evitar soltar una exclamación interna: ‘¡Jajaja, fantasma seductor, vamos a casa con mi marido! Cuando te pongas a desnudar a mi esposo, yo me aprovecharé de la situación‘.

Cristián casi se ahogó con su propia saliva en ese momento, ¿no podía esa mujer pensar en algo más normal, como deshacerse primero del espíritu seductor? Él temía ir a la oficina por miedo a ser realmente poseído, por eso prefería volver a casa. Pero ella, por el contrario, invitaba al espíritu a casa, ¿acaso quería verlo muerto?

Con la cara dura, Soraya se metió en el carro: “Amor, ya que vas a casa, me aprovecharé de tu viaje. Mejor desayuno en casa, siento que lo que prepara nuestro cocinero es lo que más me apetece“.

‘Ay, debo pedirle al mayordomo que compre papel de ofrenda. Necesito dibujar más amuletos contra espíritus malignos, para mantener a los

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espectros lejos de la villa, también debo hacer algunos amuletos de protección. Los abuelos ya están grandes, un amuleto les dará larga vida y mis suegros están delicados de salud, un amuleto para que se mantengan sanos. Mi hijo aún es pequeño, uno para que crezca sano y feliz. Nayra y Herminio siempre corren peligro, un amuleto para que el infortunio se aleje

de ellos‘.

Cristián prestó atención mientras ella planeaba la protección de toda la familia. Entonces no pudo evitar sonreír ligeramente. Pensó que él sería el siguiente en recibir un amuleto, pero la siguiente idea de ella casi hizo que la echara del carro.

‘No hace falta un amuleto para mi esposo, su destino es fuerte. Lo peor que podría pasarle es atraer a un espíritu seductor. ¡Pero eso sería genial! Podría aprovechar cuando el espíritu intente desnudarlo para intervenir, haciéndolo incapaz de resistirse a mí, y así completaría mi misión. ¡Jajaja, qué ingeniosa soy!‘.

El chofer frenó de golpe, y ella volvió a golpearse la cabeza, ella tuvo la ‘suerte‘ de golpearse una vez más.

“Señor, ¿acaso no sabe manejar? Cada vez que me subo termino golpeada“. El chofer casi preferiría haberse quedado sordo, su corazón no podía con eso. ¡Demasiadas emociones por un día! La señora no podía dejar de pensar en… ¿desnudar al jefe? Sudaba frío mientras balbuceaba: “Lo siento mucho, señora, seré más cuidadoso. Justo apareció un perro callejero en el

camino“.

Soraya ni siquiera vio si había un perro, pero como Cristián no dijo nada, no quiso quejarse más. Cuando llegaron a casa y Cristián se sentó en la sala, ella, con una sonrisa, le preguntó: “Amor, ¿no ibas a cambiarte? Ve y cámbiate, yo te llamo cuando el desayuno esté listo“.

‘¡Vamos, amor, a cambiar de ropa! Quiero ver al espíritu desvestirte para deleitarme un poco. Ay, esos abdominales que ni pude tocar anoche‘. Cristián frunció el ceño: “Hoy no iré a la oficina, no hace falta cambiar“. Preferiría morir antes que ser poseído por un espíritu y hacer algo

vergonzoso, ser desnudado para el disfrute solitario y luego ser humillado por esta mujer… Tan solo de pensar en ello, sintió un escalofrío recorrer su

cuerpo.

Soraya, confundida, le preguntó. “¿Por qué de repente dejaste de ir a la empresa?“.


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